APRENDIZAJES Y EXPERIENCIAS






























































 













MI PRIMERA EXPOSICIÓN CON EL COLECTIVO LA LUMBRERA






El Colectivo La Lumbrera está conformado por artistas emergentes que se graduaron de la Escuela Casa del Artista Olga Espinach Fernández.

Fotografía: Imagen del cuadro en Acrílico sobre lienzo titulado "Ajena", 60x46 cm. Autor: María José Damazzio Castro. 

Deseo dedicar la primera publicación de este año, a mi experiencia participando por primera vez en una exposición colectiva, como profesional recién graduada de pintura.

¡Tengo tantas cosas qué decir! Trataré de resumirlas lo mejor que pueda. Para ello me apoyaré en tres ideas principales que surgieron por la retroalimentación en la curaduría, y que muy amablemente me compartió mi compañero Noé Leiva quién estuvo presente durante la misma. 

1. La primera impresión en el arte tiene la esencia, está desnuda de prejuicios y llena de intención genuina.

De esta idea publiqué un comentario en mi cuenta de Instagram el año pasado. Creí haberla aprendido, pero el aprendizaje se desarrolla en varios niveles y además, muchos conceptos que se creen asimilados se olvidan, por lo que no son aplicados en el momento adecuado.
La primera impresión se refiere a esa idea original que viene a la mente en el momento de enfrentarse al desarrollo de un proyecto, ese chispazo que se enciende durante el proceso creativo. Si bien debe madurar y puede mutar, muchas veces pide a gritos que no se le agregue o quite mucho, porque cuando nació en la mente, lo hizo con la información sintetizada, clara, sin prejuicios, llena de genuinidad y libertad.
Tuve una idea así para el desarrollo de una de las pinturas que presentaría como propuesta para la exposición. Realicé un vídeo, tomé fotografías, hice bocetos, me puse a pintarla en limpio con muchísimo entusiasmo... y fue entonces cuando, en medio de dificultades técnicas, mi mente se llenó de dudas, traté de no prestarles importancia e inmediatamente busqué soluciones. Contuve esos pensamientos de derrota que se asomaban deseosos de pisotear la obra, hallé la solución técnica, corregí, pero para esas alturas estaba agotada, me había esforzado muchísimo para no sucumbir ante la inseguridad y el perfeccionismo... entonces, sin quererlo les cedí una de mis fichas que tanto había cuidado, tiraron los dados y cada casilla que avanzaban era insuficiente, apostaban por más soltura, más elocuencia, más fluidez, más dinamismo, más expresividad, más, más, ¡más! Nada era suficiente, y bueno, el tiempo se acabó, su victoria se consumó y ahora les estoy contando la historia.
En otras palabras,  por querer lograr más en un tiempo irreal, caí en la trampa. Deseché las horas de trabajo dedicadas a mi idea original, me puse a experimentar guiada por el perfeccionismo, la duda y la desconfianza, sobre pensé y terminé presentando una versión que no guardaba coherencia con todo el proceso que había desarrollado antes.

2. Terminar los procesos con la línea de estilo que desarrollé los bocetos y anteproyectos, me permitirá tener una obra coherente y fiel a mi proceso creativo.

Después de contarles todo aquello, viene este segundo aprendizaje. Que para fines prácticos se puede resumir en: ser fiel a la propuesta que mostré a los curadores. Mis bocetos tenían una línea estilística muy diferente al resultado final que presenté para exponer de forma definitiva. Eso provocó una gran contrariedad en los curadores, que esperaban ver algo completamente diferente. Desilusión, decepción, fiasco... son palabras que me vienen a la mente, pero dejando de suponer lo que pudieron pensar o no, sólo puedo decir que hice un cambio drástico y experimenté en un muy mal momento, realmente deseo afirmar que aprendí la lección.
Ahora, si deseo experimentar, lo más elemental es contar con el tiempo suficiente para no tomar decisiones impulsivas. Y si no dispongo del tiempo idóneo, realizar experimentos en paralelo o después de culminar el proceso que inicié. Esto último me lleva a recordar que, hablando con un compañero, advertí que perfectamente hubiera presentado cuatro pinturas, las dos originales y los experimentos. Entonces me digo, "María José, la vida no es "blanco o negro" la próxima vez recuerda los matices y no te dejes vencer por la inseguridad... descansa, respira, observa desde muchos ángulos y muestra todas las cartas, es mejor mostrar todo el trabajo, que únicamente lo que me parece correcto en un momento de estrés". Definitivamente este último par de semanas, experimenté un combo de muchísima y maravillosa imperfección humana, y no lo digo de forma sarcástica, verdaderamente aprecio haber pasado por esto en este momento y bajo estas circunstancias de acompañamiento y apoyo, en un colectivo conformado por mis compañeros.

3. Hacer las pases conmigo y con cada una de mis facetas, me permitirá disfrutar y confiar en mi proceso creativo.

Esta última es la más importante, de ella dependen las dos anteriores. Y más allá de hacer las pases conmigo, primero debo meditar en el amor que Dios tiene por mí. PSé que Dios me ama, pero ¿lo creo al nivel de realmente aceptarme con mis capacidades y debilidades, con mis aciertos y mis desaciertos así como Él me ha aceptado? ¿Pongo a Dios en primer lugar? ¿Dejo que dirija mi vida hasta en los detalles más banales?
Con sinceridad, el timón de mi vida he querido compartirlo con Dios, pero no soltarlo. A pesar de ello, Dios es bueno, es paciente y sigue trabajando en la obra que empezó en mí.
Entonces me digo, "María José, ¡SUELTA EL TIMÓN! ¡Alza tus brazos y alaba a tu Dios mientras Él dirige tu vida! eso incluye tu creatividad y tu arte". 

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